Pensar en la donación de órganos, ¿es pensar en la muerte o en la vida?

La muerte es solo el paso hacia un estado del cual no tenemos consciencia aún, a ciencia cierta no sabemos qué sucede o cómo es esa experiencia posterior a lo que hasta ahora conocemos. Pero, qué nos da miedo realmente, ¿Morir o vivir? Muchas veces transitamos por este mundo como en un sueño, sin darnos cuenta que el reloj avanza, y la oportunidad, por lo menos de la vida que conocemos tiene un tiempo de caducidad.

Que a otros, por el contrario, concluir este camino les llega abruptamente, de la manera en que esto suceda, la única certeza es que el final es el mismo, mas no así la huella que podemos dejar al partir.

Tengo la seguridad en todo esto, que el término de la vida física no tiene que ser la conclusión de tu paso por este espacio de tiempo, creo que todos de muchas maneras tenemos la oportunidad de trascender e imprimir nuestro sello personal en el camino recorrido… Es en este punto, el de la trascendencia, cuando viene a mi mente pensar en aquellos que, aunque aún con vida, viven en la angustia y la esperanza constante de encontrar un donador que representa la continuidad de su existir.

La escena es la misma, tanto para el donador como para quien espera algún donante, las familias de ambos viven en la misma incertidumbre. Todos están conectados por el mismo hilo… el de la esperanza de vida.

Me pregunto, ¿Es más agónico para quien sabe que no tiene ya ninguna posibilidad o para quien sabe que su esperanza está en función de la bondad y de la compatibilidad biológica de otro para seguir viviendo?

El punto de convergencia es el mismo en todos. Estamos unidos por las mismas ilusiones, sueños y esperanzas, la diferencia son los tiempos y las formas en que estas se viven, pero si observas en la profundidad, el lazo que nos une a todos es único.

Para comprender esto, la palabra clave es SERVIR… Darnos a nosotros mismos a través de lo que hacemos, vivimos y por que no, en última instancia a través de una parte de nuestra maravillosa y perfecta máquina, que nos ha dado la posibilidad de disfrutar la existencia.

La donación es el regalo más puro y desinteresado que un ser humano puede dar. Es precisamente compartir una parte de ti, una parte que es al mismo tiempo un contenedor de la totalidad de lo que significó tu experiencia de vida, y de lo que resignificara la vida de otro.

La donación es la oportunidad para entregarnos, es vivenciar en su máxima expresión lo que implica vivir en el presente, es elegir conscientemente cómo concluir tu experiencia humana, es ceder con amor tu lugar a otro, libre del ego de lo que crees poseer, y lo que más aferramiento causa en vida: tu cuerpo físico, esa materia que ha contenido sigilosamente lo que realmente eres, y que ha llegado el momento de liberar.

Lo más bello de la donación es que aunque no conozcas al remitente, sabes bien que crearas, el don de la vida. Familia, donador y receptor son uno mismo, aun y en la inconsciencia de lo desconocido, porque los une, la acción de decidir, la capacidad de dar y recibir, y la consciencia de que todos invariablemente experimentaran el mismo instante que ahora viven.

La donación de órganos es el lenguaje que nos habla de que la muerte también puede significar regalar vida en abundancia para otros, es comprender que el don preciado de la vida no es tan distante del proceso de la muerte y que morir no significa terminar, que donar es la oportunidad de seguir dando vida, y sirviendo en plenitud

Redacción Especial por la psicóloga: Alejandra Ramírez

Ale Ramírez