En lo que parecía un día normal en la secundaria Stoneman Douglas del Estado de Florida, en Estados Unidos, se convirtió en la peor pesadilla de maestros, alumnos y padres de familia, pues un exalumno de esa institución educativa, realizo un tiroteo, uno de los más sangrientas de los últimos años, al dejar una estela de muerte de 18 personas y una decena de heridos.
El atacante de nombre Nicolas Cruz, disparó dentro y fuera del instituto con un rifle AR-15 e iba preparado con numerosos cargadores. El atacante accionó la alarma de incendios y, tapado con una mascarilla, fue lanzando bombas de humo y acribillando a la gente que se iba encontrando en medio de la neblina que provocó. Posteriormente, salió del instituto camuflado entre los alumnos que huían del tiroteo.
El asesino mató a 12 personas dentro de la escuela, a dos en el recinto exterior y a una en una calle cercana. Otras dos fallecieron en el hospital. Cruz, un joven descrito como solitario y obsesionado con las armas de fuego y los cuchillos, fue arrestado en el exterior del centro, a unos cientos de metros. Medios locales indican que el exalumno expulsado había despertado temores en el instituto por sus amenazas a otros estudiantes hasta el punto de que se le habría prohibido entrar en el centro con mochila. Ahora acudía a otro instituto del condado de Broward donde se encuentra la secundaria Stoneman Douglas.
Según testimonios de alumnos y de un profesor del centro recogidos por medios locales, Nikolas Cruz se catalogaba como un alumno con comportamiento problemático. Aunque en el aula era callado y respetuoso, en la vida social de la escuela era visto como un muchacho marginado que presumía de tener armas. Entre los estudiantes se comentaba que si algún día había un tirador en la Stoneman Douglas, ese sería Nikolas Cruz. “Todo el mundo lo había previsto”.