Desde California hasta Nueva York, estos pequeños vehículos motorizados se han vuelto de pronto parte del paisaje urbano de un país que concibió la cultura de los grandes autos.
Detrás de la moda de monopatines eléctricos hay personas que los adoptan como transporte alternativo en urbes abarrotadas, y empresas los alquilan como servicio compartido.
Su uso “está despegando muy rápido”, dice Regina Clewlow, experta en temas de transporte y directora ejecutiva de Populus, firma que indaga cómo la gente se moviliza en áreas metropolitanas.
Un estudio reciente de Populus indicó que 70% de los habitantes de grandes ciudades de EE.UU. ven de forma positiva los monopatines eléctricos y 3,6% dicen ya haberlos usado.
Libres, regulados o ilegales
Una pregunta básica que surgió con la llegada de miles de monopatines eléctricos a las ciudades de EE.UU. es hasta qué punto debe regularse su uso.
La cuestión se exacerbó con el surgimiento de compañías que ofrecen flotas de los mini vehículos con rastreadores GPS a clientes que detectan su ubicación y los desbloquean con aplicaciones de teléfonos, pagando por su uso.
“Los monopatines eléctricos no tienen un carril dedicado a ellos en este momento”, dice Sarah Kaufman, especialista del Centro Rudin para Transporte en la Universidad de Nueva York (NYU).
“Las aceras están construidas para caminar y las bicisendas para bicicletas. Los monopatines van a velocidades entre estos dos modos, por lo que se los ve como estando en el lugar equivocado”, añade Kaufman en diálogo con BBC Mundo.