David Goodall, un científico originario de Australia de 104 años de edad, falleció en paz, tras someterse a una eutanasia voluntaria.

En sus últimas horas estuvo acompañado de familiares, entre ellos varios nietos, y escuchó la novena sinfonía de Beethoven, el Himno de la Alegría, antes de girar él mismo el mecanismo de la inyección letal de Nembutal que acabó con su vida.

El científico pidió que su cuerpo sea donado a la ciencia y en caso de que no pueda ser usado, sus cenizas se esparzan en algún lugar cercano a la institución, que tiene su sede en la ciudad de Basilea.