Este martes inició en el Senado de Estados Unidos el segundo juicio político contra Donald Trump por “incitación a la insurrección”.
El expresidente Donald Trump vuelve este martes al centro de la escena política en Estados Unidos con el inicio en el Senado de su segundo juicio político acusado de “incitación a la insurrección”, por su papel en la irrupción violenta en el Capitolio, el pasado 6 de enero.
Las fuertes imágenes de violencia y el discurso del expresidente Donald Trump ante sus seguidores momentos antes de que estos irrumpieran en el Capitolio serán parte central de la acusación.
Los 100 senadores ejercerán como jurado. Este primer día será para evaluar si el juicio es constitucional o no. Habrá un debate de cuatro horas en donde cada campo tendrá dos horas para presentar sus argumentos y luego los senadores votarán para decidir si son competentes para juzgar a Donald Trump. Para que el juicio avance, se requiere de mayoría simple.
Mientras los abogados del exmandatario alegan que no procede porque Trump ya no es jefe de Estado, constitucionalistas afirman que sí porque evalúa acciones que se registraron cuando sí lo era.
La perspectiva es que el juicio concluya a más tardar la próxima semana, considerando que no habrá testigos pues Trump se negó a comparecer, como exigían los demócratas. El primer juicio político, en 2020, se prolongó 20 días.
Para que Trump sea condenado, se requiere una mayoría de dos tercios del Senado votando a favor. La Cámara Alta está dividida 50-50 entre demócratas y republicanos, lo que significa que 17 senadores republicanos deberían sumarse a favor de la condena para que ésta sea realidad. Es una perspectiva poco probable.
Si llegara a suceder, los senadores pueden convocar a una nueva votación para inhabilitar al exmandatario de ejercer cargos públicos. Si no, Trump es declarado inocente y puede buscar nuevamente la presidencia en 2024.
Es la primera vez que un expresidente estadounidense es sometido a un procedimiento de destitución. El 13 de enero, el republicano se convirtió en el primer mandatario en ser acusado por segunda vez por la Cámara de Representantes, tras un primer proceso por “abuso de poder” en el que fue acusado de presionar a Ucrania para investigar a Biden y a su hijo y del que fue absuelto a comienzos de 2020.